Carlos Eduardo Guzmán Valdés
Hoy volaron mis ansias de sentir, mis deseos de expresarme y escribir; Creo que no es adecuando seguir soñando, no es momento de abrir los ojos, por lo menos en este día. Me temo que si está leyendo estas palabras, está perdiendo su tiempo, pero como es su tiempo no me entrometeré en como lo esté utilizando. Le menciono esta advertencia, porque hoy no hablare más que basura y creo yo, usted no es de los que malgasta su vida en cosas tan insignificantes como mis sentimientos, pero si desea continuar, espero que la cobardía y la pereza no hagan parte de usted y se disponga a comentar solo ha finalizar con este escrito. Dejando el parloteo me dispongo a terminar este ridículo preludio y dejar lo que he venido a derrocar:
Como buen misántropo, es excelente despertarse cada mañana y asomarse a la ventana para darse cuenta que el ser humano no ha cambiado y sigue hundiéndose en su fosa llamada vida, un hueco que va despejando para tener su recinto cuando muera. Tan maravilloso es ver el sol quemando su espíritu, su esperanza, que respiran como simples animales para sobrevivir, creen sentir, creen ser felices, pero no ven más allá de un cielo gris que ellos mismos forjaron. Al ver tal escena, surgen las preguntas de siempre, ¿Cuándo se extinguirá esta especie destructiva e inservible?, ¿Sera posible que hallen luz en su oscura repugnancia?; Si, preguntas como estas son las que vagan por mi mente y que no les puedo dar respuesta porque soy un ser humano y como ser humano llego a mentir, como ser un humano llego a sentir, así que dejo de falsearles y les confieso que aquí hablo hipócritamente, porque estoy herida, estoy enamorada y soy tan estúpidamente soñadora como otro ser asqueroso de este mundo; también añoro porque alguien me escuche, porque alguien más allá de lo que yo considero como existencia, regale tiempo al viento y lea los versos de ciego que se enclaustro a sí mismo.
Ahora que usted ha sido tan amable de llegar hasta esta línea entre mi escrito, le mostrare un poco de lo infinito que se esconde en mi mente de cretino y ser humano idiota:
Este universo es un infierno, es fuego que se consume a sí mismo, lugar de Satanás para darle rienda suelta a sus estupideces; En su diestra, se encuentra el Hombre. Ser que como un demonio y a la vez esclavo permite ser encadenado para ser tratado como el mas mísero perro que come, bebe y duerme sin necesidad, pero para ser sincero, para un buen perro es indigno ser comparado con la basura llamada Humano, mil disculpas, pero aun así continuare. El Hombre es el único ser que necesita creer en algo que no existe, como algo tan irreal como es Dios, pero este ser imaginario producto de la mente, es lo que lo sustenta cuando la cobardía, el miedo y la impotencia rodea su alma y corazón. Hay que creer en Dios, cuando la vida te pisotea o cuando quieres sonreírle a tu mísera vida, esta idea de un ser superior es el desecho de una mente creada sin razón. Otra cosa que caracteriza al hombre, es la búsqueda insaciable de conocerse a sí mismo, la insistencia en hallar respuesta a sus acciones y a sus sentimientos, pero que hasta ahora lo que ha recorrido de este camino es muy poco y la mayoría, se pierden o mueren por las ramas del sistema; Es un camino de jamás terminar, porque el hombre es torpe en sus sentimientos, es un cobarde a la hora de querer manejarse a sí mismo; Se muere en soledad, se asfixia en el amor y le huye al dolor…digo yo, estos sentimientos no están hechos para que el hombre sea dueño de ellos porque serian un suicidio lento lleno de sufrimiento.
El hombre nunca ha valorado la dulce y perfecta compañía que ha tenido desde el inicio de su existencia, ha ignorado el amor prófugo y precioso que solo una mujer llega a poseer; en vez de adorarla y cuidarla, la maltrata y la lástima, igual que un animal ejerciendo toda su fuerza sobre un Ángel que solo necesita recibir caricias, recibir las más dulces palabras y la protección para poder abrigarla. El hombre es estúpido a la hora de manejar sentimientos pequeños, el estúpido es el hombre que no comprende porque.
Carlos Eduardo Guzmán Valdés
