miércoles, 1 de diciembre de 2010

Discurso laudatorio dedicado a Joseph S. Blatter

Señoras, señores Presidentes, señores:
Me llena de emoción estar presente hoy en este podio. En primer lugar porque, pese a que no soy suizo, representa un gran honor para mi persona la invitación a esta ceremonia. Me honra igualmente participar activamente en la lucha contra el racismo y el antisemitismo, al lado de organizaciones como la Fundación GRA y la Asociación de Minorías de Suiza (GMS), a las que saludo con gran afecto por el frente común que forman en esta noble causa. En fin, mi emoción no deja de ser menos por habérseme designado para pronunciar el discurso laudatorio dedicado al Presidente de la FIFA Joseph S. Blatter.
Querido Sepp, al elegirte para el Premio Nanny y Erich Fischhof de este año, la gente que lucha contra la intolerancia no se ha equivocado. Las numerosas acciones que emprende la FIFA bajo tu presidencia no son - a mi parecer - espectaculares, pero poseen el mérito de enfrentarse a diario al racismo y a toda forma de discriminación. Estos flagelos no tienen nada que hacer en nuestra sociedad y debe lucharse constantemente contra ellos para acabar con su ignominia.
La lucha emprendida por el actual Presidente de la FIFA no ha comenzado hoy. Aunque no te conocí cuando eras joven, Sepp, puedo perfectamente imaginarme que tu filosofía y tu ética del fútbol siempre han sido las mismas. Una filosofía y una ética que compartimos y que nos acercaron en el momento en que quise integrarme en la Federación Internacional de Fútbol después de la Copa Mundial de 1998.

Desde que comenzó a trabajar en la FIFA en los años 70, Sepp Blatter se consagró a la lucha contra la ignorancia y la intolerancia. En aquella época, a la cabeza del Departamento de Desarrollo, sentó las bases para convertir a la FIFA en un lugar de encuentro y solidaridad, donde cualquier persona sería bienvenida, sea cual fuere el color de su piel o su religión. Así cumplía con las disposiciones estatutarias, pero eso no era suficiente. De modo que decidió enviar a instructores, médicos, técnicos, árbitros a los países en vías de desarrollo para demostrar de inmediato que el fútbol podía desempeñar una obra social.
Para Sepp ésta fue sólo una primera etapa. Al asumir el cargo de Secretario  General, redobló sus esfuerzos, porque sabía que podría hacerse realidad la práctica de un fútbol libre de violencia y abierto a todo el mundo. En 1976, la FIFA excluyó a Sudáfrica por su política de segregación racial, y como Secretario General, Sepp Blatter se dedicó a combatir esa política racista mediante y con el fútbol, para luego allanar el camino de regreso a la familia del fútbol sudafricano. Hoy ha recibido una gran recompensa a su insistencia con la adjudicación de la Copa Mundial 2010 al continente africano, a Sudáfrica, el país donde existía la peor discriminación.
Además de esta acción tan característica de su lucha contra el racismo, podría citar otros episodios que demuestran su compromiso. La admisión de Israel en la confederación europea, la redacción del Código Ético de la FIFA, la Declaración internacional contra el racismo en el Congreso extraordinario de la FIFA en julio de 2001 en Buenos Aires, la ayuda financiera y el Programa de desarrollo Goal, que posibilita a las asociaciones más necesitadas los medios para construir su propia sede, el fomento del fútbol femenino, la lucha contra la violencia y las jornadas contra la discriminación son otros ejemplos de acciones realizadas por la FIFA y en las que Sepp Blatter ha demostrado su entrega incondicional a la causa.
Su más reciente iniciativa ha sido la creación de un grupo de embajadores FIFA contra el racismo. En mi condición de miembro de este grupo, lo cual me honra y enorgullece, soy plenamente consciente de que aún no se ha ganado la batalla. El adversario es tenaz, fuerte en ocasiones, malévolo y siempre traicionero. Sin embargo, el fútbol y sus jugadores ganarán el duelo.
El deporte, y sobre todo el fútbol, brindan a los jóvenes, y a aquellos no tan jóvenes, una filosofía de la vida, puesto que un juego colectivo fomenta un espíritu abierto y tolerante. Si mantenemos el espíritu del fútbol como el de un juego, que en realidad lo es, acabaremos con las barreras étnicas, sociales, religiosas o políticas. Pero esto es un asunto que incumbe a todos, sean entrenadores, funcionarios, seguidores o medios. Todos deben unirse para que el fútbol siga siendo un juego. A la vez, debemos rechazar la ignorancia y dar paso a una apertura de espíritu con la ayuda de una educación sana en los terrenos de juego.
Sepp Blatter desempeña un papel vital junto con toda la familia del fútbol en la lucha contra todas las formas de discriminación y racismo. Sus mejores jugadores son las estrellas reconocidas universalmente. Ha llegado la hora de que ofrezcan al fútbol lo que éste les ha dado. Con un entrenador como Sepp Blatter, no hay duda de que se podrá cantar victoria.


Sepp, me llena de alegría y orgullo poder entregarte el Premio Nanny y Erich Fischhof 2005. Conozco la razón de tu lucha constante contra el racismo y la discriminación. Sé que es porque tú quieres al fútbol, a sus jugadores y, sobre todo a la humanidad, sea cual fuere su color de piel o su religión.
Gracias.
Michel Platini
Carlos Eduerdo Guzman

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